
... "Había ido a dar una conferencia a Keighley, en los 'moors' de West Riding, y había pernoctado allí con uno de los ciudadanos destacados de aquella pequeña ciudad industrial, el cual había reunido un grupo de amigos [...], entre ellos el cura de la Iglesia Católica, un hombre pequeño con cara agradable y expresión de gnomo. Me llamó la atención el tacto y la gracia que demostraba [...]".
"Tiempo más tarde, Chesterton descubrió que aquel buen sacerdote, aparentemente cándido, inocentón , en realidad sabía mucho más de las maldades humanas que los más pérfidos hombres de aquella hipócrita sociedad. En comparación con él, dos malhechores eran como dos bebés, en cuanto a su conocimiento del mal".
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