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PHILIPPE CLAUDEL
Nació el 2 de febrero de 1962 en una localidad de la región de Lorena, Francia. Estudió Letras Modernas en la Universidad de Nancy. Luego obtuvo un doctorado en Literatura Francesa y, al mismo tiempo, comenzó su carrera académica, dando clases en escuelas secundarias y, posteriormente, en la cárcel de Nancy y a niños discapacitados. También fue profesor de Antropología Cultural y Literatura en la Universidad de Nancy II.
Publica su primera novela, Meuse l’oubli en 1999, luego J’abandonne, en 2000 que obtuvo el premio
Francia Televisión 2000, el libro de relatos Petites mécaniques, que obtuvo el premio Goncourt de Novela 2003. Luego escribe Almas grises (2003), novela que nos ocupa con la que gana el premio Renaudot. En 2005 publica La nieta del señor Linh, en 2007, Brodeck y luego El informe de Brodeck, continuación de la temática de la anterior. Sigue su producción literaria, publicando, por ejemplo, Bajo el árbol de los Toraya (2016), Inhumanos (2017) y El archipiélago del perro (2018). Pero también incursiona en el cine. En 2008 dirigió la película Hace mucho que te quiero, que consiguió, entre otros, el César a la mejor Ópera Prima y el Bafta a la mejor película de habla no inglesa. Posteriormente dirigiría Tous les soleils (2011). Avant l’hiver (2013) y Une enfance (2015).
En un pequeño pueblo del norte de Francia, el cuerpo sin vida de una hermosa niña aparece flotando en el canal. A la escena del crimen acuden, acompañados por el incesante tronar de los cañones y el acre olor a pólvora de un frente que se desgarra a escasos kilómetros, un policía, un juez instructor y un militar. En este mundo provinciano, el asesinato de Belle suscita innumerables sospechas, despierta viejos rencores y sacude un orden social que se tambalea. Todos los indicios apuntan al fiscal Destinat, un rico aristócrata ya jubilado, pero el juez designará como culpables a dos desertores apresados en las cercanías del lugar del crimen. Sin embargo, la crónica de los hechos, escrita por el policía veinte años después del suceso, invita al lector a descubrir una realidad inesperada. En su implacable relato, donde la emoción aparece retenida por el pudor del narrador, nadie es inocente, y los culpables, de una forma u otra, son también víctimas. El gris es el tono dominante, pero no el gris de la muerte, ni el del duro clima invernal, ni siquiera el de la cobardía, sino el gris en que se desenvuelve la condición humana: la ausencia de certezas absolutas, las sombras, los claroscuros, en suma, el peso rotundo de la duda.
ESTRUCTURA DE LA NOVELA
La novela está dividida en 27 capítulos. Hay un eje central, un tronco en la historia que es “el Caso”, el asesinato a principios de diciembre de 1917 de una niña de 10 años, Belle de Jour. Pero el Narrador (del que no sabremos el nombre y sólo nos enteraremos que es policía en la página 173) nos lo cuenta desde el futuro, 20 años después de ocurrido el hecho (aproximadamente). El relato no sigue una estructura lineal, sino que se aleja y se acerca a este eje narrativo continuamente. Lo hace, por un lado, para ir mostrando —a través de los personajes que presenta— el modo de vida rural de la Francia de principios del s.XX, con el telón de fondo permanente de la Gran Guerra, que es casi como un personaje más.
Pero este acercarse y alejarse del hecho principal narrado, además tiene como objetivo crear una cierta tensión, una incertidumbre por saber algo más, algo así como suspense si fuera novela negra, que no lo es. El tipo de Narrador elegido es el testigo, es decir, un personaje que vivió la historia de cerca, pero no la protagonizó. Esto nos dice varias cosas. Primero, el Narrador conoce la historia de principio a fin, pero nos la cuenta a su ritmo, decidiendo qué contar y cuándo hacerlo. Intercala sucesos posteriores mezclándolos con los anteriores y conoce —tanto de la situación como de los personajes— mucho más que lo que nos va contando. Pero también, esta estructura de alejarse y volver a acercarse tiene un sentido como de rodeo, de no atreverse a contar lo verdaderamente íntimo, lo que sabremos sólo al final y lo que constituye el verdadero motor de la narración: el deseo de confesar, antes de quitarse la vida, el asesinato de su bebé. Hay varias menciones a lo largo de la historia acerca del momento en que el Narrador comienza a escribir el relato de los sucesos ocurridos veinte años antes: vive solo, en un estado de abandono, bebe, no parece tener ganas de vivir. No se presenta como personaje, recién en la página 63 intuimos que su esposa es una tal Clemence a la que visita en el cementerio el día del entierro de Barbe, como ya he dicho no sabremos su nombre y casi en el último cuarto de la novela sabemos que es policía. Este hecho, que sólo sabremos al final, el ahogamiento de su hijo es el verdadero motor de la historia. (Coordinadora Patricia Rama).